jueves, 4 de marzo de 2010

Comunidad de práctica

Wenger (1998) en su libro Communities of practice: Learning, meaning and identity fijó las tres premisas o dimensiones –como él las denomina– en las que se asienta una Comunidad de prácticas: el compromiso mutuo, la empresa conjunta y el repertorio compartido.
  • Compromiso mutuo. El hecho de que cada miembro de la comunidad comparta su propio conocimiento y reciba el de los otros tiene más valor que el poder que parece adquirir el que lo sabe todo. El conocimiento parcial de cada uno de los individuos es lo que le da valor dentro de la comunidad.
  • Empresa conjunta. Debe tener unos objetivos y necesidades que cubrir comunes, aunque no homogéneos. Cada uno de los miembros puede comprender ese objetivo de una manera distinta, pero aun así compartirlo. Los intereses y las necesidades pueden ser distintos y, por tanto, negociados, pero deben suponer una fuente de coordinación y de estímulo para la comunidad de práctica.
  • Repertorio compartido. Con el tiempo va adquiriendo rutinas, palabras, herramientas, maneras de hacer, símbolos o conceptos que ésta ha producido o adoptado en el curso de su existencia y que han formado parte de su práctica.

Resumiendo, una Comunidad de Práctica es «un grupo de personas que comparten una preocupación, un conjunto de problemas o un interés común acerca de un tema, y que profundizan
su conocimiento y pericia en esta área a través de una interacción continuada» (Wenger, McDermott y Snyder, 2002) y, como tal, no debe confundirse con el resto de grupos de trabajo, que son formales, que trabajan juntos por designación de un superior, para desarrollar un proyecto o trabajo concreto, y que están sujetos a la duración de ese proyecto, o trabajo, o a los cambios que puedan darse en la organización de la empresa.

Webgrafía:
http://www.uoc.edu/rusc/2/2/dt/esp/sanz.pdf

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